martes, 9 de julio de 2013

ACTIVIDAD II: Adaptación de "Toda Clase de Pieles"


“Alas”

Había una vez un reino que estaba gobernado por un rey y una reina que eran jóvenes, guapos y estaban profundamente enamorados.

La reina era, según la gente del reino, la mujer más bella, tenía el pelo largo y rubio, unos ojos  grandes y verdes y algo muy característico, tenía una mancha en la piel en forma de alas. En el pueblo se decía que la mancha era porque su belleza se podía comparar con la de un ángel.

El rey no se quedaba atrás, también era muy guapo y todo un caballero. Cada día le decía a su mujer lo mucho que la quería y lo feliz que era estando con ella.

Todo era perfecto lo único es que echaban de menos tener un bebé.

Y así fue, la reina se quedó embarazada y 9 meses más tarde dio a luz a una preciosa niña que había heredado la belleza y mancha en forma de alas de su madre. En palacio todo era alegría y felicidad.

El tiempo fue pasando y la princesa fue creciendo felizmente.

Según la princesa se iba haciendo mayor, su madre la reina intentaba hacerla entender la importancia que tenía el amor a lo largo de la vida. Ella siempre le decía a su hija que siguiera sus pasos y eligiera al hombre adecuado para así poder ser feliz.

Un día llegó una carta a palacio, la cual decía ser urgente. La reina leyó la carta y mandó hacer sus maletas inmediatamente. El rey y la princesa preocupados, preguntaron qué era lo que ponía en esa carta. La reina les contó que su hermana que gobernaba otro reino estaba muy enferma y que tenía que estar con ella y ayudarla en lo que fuera necesario.
Antes de despedirse quiso hablar con su marido el rey y le hizo prometer que mientras ella no estuviera debía continuar haciéndola entender a la princesa, la importancia del amor tal y como ella lo haría. El rey no dudo en prometer a su mujer que lo cumpliría.

La reina se fue al día siguiente, después de despedirse de su amada hija y de su adorado esposo y todos en palacio se quedaron muy tristes.

Una tarde el rey se acercó a la habitación de la princesa, llevando en sus brazos un enorme regalo. El rey la dijo que ese regalo era para ella y que lo abriera. La princesa emocionada al ver el tamaño del regalo corrió hacía él y sin decir una palabra lo abrió. Era una enorme manta, hecha con un hilo tan dorado como sol y con un hilo tan brillante como la luna. Su padre, el rey comenzó a decirle  hija: cuando los hilos para hacer una manta no se corresponden la manta se rompe rápido, cuando uno de los hilos es mejor que el otro la manta resiste un poco más, aun así también se termina rompiendo, pero cuando los dos hilos que se juntan son buenos y además se unen bien, la manta que sale de ellos es eterna.
Los días iban pasando y la princesa estaba siempre triste porque nunca se había separado de su madre y la echaba de menos.

Un día decidió salir a dar un paseo a caballo. Bajo al establo y pidió al chico que se encargaba de limpiar y atender a los caballos  que le pusiera la silla a uno de ellos para salir a dar un paseo. El chico nervioso y mirando hacia abajo fue corriendo a coger el caballo y se lo llevó a la princesa. La princesa se montó y salió a pasear por el bosque. Cuando volvió se sentía bastante mejor, el paseo le había hecho por un rato olvidar la falta de su madre.

Al día siguiente la princesa volvió al establo dispuesta a volver a dar ese paseo. Al llegar el chico corriendo fue a ponerle la silla al caballo y antes de que la princesa se montará le preguntó al chico si él podría enseñar algunas cosa sobre los caballos. El chico lleno de vergüenza no podía creer que la princesa le estuviera hablando. Después de unos minutos reaccionó, levantó la cabeza y le contesto que por supuesto y la princesa le vio la cara por primera vez. Era el chico más guapo que jamás había visto, rápidamente y sonrojada, subió al caballo y se fue a dar el paseo.

Una vez más ese paseo le sentó muy bien pero esta vez no pensaba en su madre sino en el chico de los caballos.

Después de este día la princesa bajaba a ver a los caballos todos los días y daba un paseo. Cada día que pasaba iba hablando más con el chico. Este la enseñaba cosas sobre cómo se cuidaba a los caballos, que comían, etc. y la princesa empezó a enamorarse de él.

Un día cuando el rey llegaba de una de sus cacerías a caballo, vio a la princesa en el establo hablando con el chico. El rey que recordó la promesa que le había hecho a la reina, se enfureció y al llegar al establo le dijo al chico que estaba despedido y que no volviera nunca más. La princesa intentaba explicarle a su padre que era su amor verdadero pero el rey no quería escucharla, hasta que cayó al suelo y se dio con un hierro que le hizo  una herida en la muñeca. El chico que lo vio quiso ayudar a la princesa pero los hombres que trabajaban para el rey le cogieron y le sacaron de palacio.

La princesa estaba tan triste y enfadada con su padre que por la noche se levantó cogió su manta, se escapó de palacio y fue a visitar a una bruja.

Cuando llegó le pidió un conjuro para demostrar a sus padres que ese chico era el amor de su vida. La bruja le contestó que no valía con que ella lo quisiera sino que también debía ser correspondida y por tanto era necesario que el chico la amara tanto como ella le amaba a él y le preguntó si no recordaba las palabras que le dijo su padre cuando le regalo la manta. La princesa sorprendida y convencida de que ella podía ayudarla le contestó que haría lo que fuera necesario. La bruja le dijo que con ese conjuro ella sabría si él realmente la amaba, pues la esencia de las personas permanece siempre, sea cual sea el cuerpo que tengan. También la advirtió que el conjuro tenía un plazo y que si no conseguía que la amara con un cuerpo distinto, se quedaría así para siempre. La princesa aceptó y la bruja le dio una cereza y la dijo que cuando se la comiera comenzaría el conjuro.

La princesa volvió a palacio y escribió una carta a sus padres donde explicaba lo que iba a hacer.

Cuando terminó cogió la manta que su padre le había regalado, fue al bosque y se comió la cereza. De repente todo su cuerpo comenzó a brillar y a cambiar hasta que se convirtió en un hermoso caballo blanco.

La princesa no se lo podía creer, la bruja no le dijo que no podría hablar. Asustada corrió por el bosque sin saber muy bien hacia donde ir, hasta que se quedó sin fuerzas y se durmió debajo de un árbol arropada con la manta.

Cuando despertó comenzó a oír voces de personas y la dio miedo que la cogieran así que corrió por el bosque hasta que ya no sabía dónde estaba.

Los días fueron pasando y la princesa intentaba sobrevivir en el bosque sin ser vista. Ya estaba muy sucia, manchada por todas partes, tanto como la manta en la que ya no brillaban sus finos hilos. Además la herida que se le había hecho en el establo se había infectado y se le había quedado la cicatriz.

Intentaba acercarse a los pueblos, lo más cerca posible pero sin ser vista para intentar encontrar a su querido chico de los caballos, pero no conseguía verlo.

En otro reino vivía un príncipe al que sus padres los reyes le habían educado para que fuera el príncipe perfecto. Había tenido a lo largo de su vida tantas normas que casi no tuvo tiempo para jugar. Desde pequeño deseó tener un caballo pero sus padres pensaron que eso le distraería mucho y que no lo tendría hasta que fuera responsable. El príncipe fue creciendo y creciendo y un día le pidió a sus padres que por su próximo cumpleaños quería el caballo que tanto había deseado. Los padres consideraron que ya estaba preparado y mandaron a sus hombres en busca de un caballo.

En el bosque la princesa comenzó a oir voces de muchos hombres. Cuando se quiso dar cuenta estaba rodeada, la ataron con cuerdas y la llevaron  a palacio. 

Una vez allí intentaron limpiarla antes de que el príncipe la viera pero la yegua no quería que nadie la tocará ni a ella ni a su manta. Mordió a varios hombres y parecía estar completamente salvaje.
Cuando algunos de los hombres empezaban a decidir que no era apropiada para el príncipe, este apareció y pidió a todo el mundo que la dejaran tranquila, que no la tocaran.
La yegua cuando vio al príncipe quedó completamente inmóvil, no se podía creer lo que veían sus ojos, aquel príncipe era ¡el chico de los caballos!

Al día siguiente el príncipe fue a verla pero como sabía que no quería que nadie la tocará el ni lo intentó, solo hablaba con ella como si de una persona se tratara. Descubrió que tenía una mancha con forma de alas y le puso ese nombre Alas.

Los días fueron pasando y el príncipe estaba todo el tiempo que podía con su yegua, contándole su vida y todo lo que le iba pasando. Así Alas entendió lo que hacía un príncipe cuidando a los caballos de otro palacio, y es que su deseo era tan grande que se escapaba de su propio palacio para cuidar los caballos que a él no le dejaban tener.

Alas solo se dejaba tocar por el príncipe, pues tenía que hacerle saber que era la princesa, pero no sabía muy bien como.

Un día como tantos el príncipe fue a ver a Alas y le contó que sus padres le habían organizado un baile para que contrajera matrimonio. Este duraría tres días y el primero sería al día siguiente.

Alas no sabía qué hacer, además se la acaba el tiempo, comenzaba a sentir que a veces tenía actitudes que no eran muy propias de ella, como por ejemplo se volvía loca cuando veía una zanahoria y a ella no le gustaban, o se revolcada por el establo de un lado hacia o el otro y daba coces.

El día del primer baile, al terminar el príncipe fue a ver a Alas y le contó que había sido un aburrimiento, que le habían obligado a bailar con un montón de chicas que él no quería y añadió que ojala Alas fuera una mujer porque con ella podía ser el mismo, ella hacía que fuera feliz. Alas fue hacia el príncipe y le acarició la cara con el hocico.

En ese momento Alas pensó que todo había terminado, que el conjuro había acabado, pero no fue así.

El príncipe se fue a dormir pensando en que Alas parecía realmente entenderle, hasta le había hecho una caricia.

Al día siguiente después del segundo baile, antes de que al príncipe le diera tiempo a decir nada Alas cogió con la boca la manta y se la dio. El príncipe sorprendido por el comportamiento de Alas sin decir ni una palabra se fue a la habitación. Allí comenzó a pensar en que ese comportamiento no era normal además descubrió que la manta que Alas no había dejado tocar a nadie estaba hecha de oro y plata, al lavarla vio que era tan dorada como el sol y tan brillante como la luna y comenzó a preguntarse de dónde la habría sacado y de dónde vendría Alas además ¿porqué tendría una yegua una manta así?

Al tercer día Alas sabía que no le quedaba nada por hacer, que ese día elegiría a la princesa con la que casarse y que ella viviría siempre como un caballo. Pero a mitad del baile el príncipe apareció, entró dentro del establo cogió la pata delantera de Alas y dijo seas un caballo o seas una princesa eres la que me hace feliz. Sabía que eras tú, esa cicatriz te la hiciste el día que a mí me echaron del palacio. Se acercó la abrazó y la susurró al oído…te amo.

De repente el cuerpo de Alas comenzó a brillar y recuperó su cuerpo de princesa.


Al día siguiente fueron los dos al palacio de Alas y sus padres no podían estar más contentos. Había sucedido lo que ellos más querían, su hija había encontrado el amor verdadero.

1 comentario:

  1. Bueno.. has hecho una mezcla entre toda clase de pieles, la sirenita y otros cuentos.

    Como adaptación de Toda Clase de pieles solo puedo ponerte un "vale", porque no has respetado el esquema del cuento:

    - La protagonista es feliz en su casa
    - Alguien de su familia intenta obligarla a hacer algo que es imposible.
    - Ella pide regalos complicados para retrasar el momento de cumplir lo que no puede cumplir.
    - Los regalos llegan.
    - Ella no tiene más remedio que huir para no hacer lo que no desea.
    - Se ve obligada a sobrevivir.
    - Es encontrada y llevada a otro reino
    - Allí oculta su personalidad y trabaja en labores muy por debajo de su categoría.
    - Se enamora y juega con su doble personalidad.
    - Utiliza su astucia para enamorar al chico.
    - El chico la descubre y se prometen.
    - Son felices para siempre.

    En una adaptación hay que respetar el esquema. Pueden cambiarse los personajes (en vez de una princesa puede ser un chico, un animal, etc...) (en vez del padre, quien la obliga puede ser cualquier persona de su familia, etc...) pero no se pueden cambiar los roles.
    Pueden cambiarse los objetos, las pruebas, los lugares en los que vive... pero hay que respetar el esqueleto.

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